3.4. Revolución científica I. La disección anatómica
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En el siglo XIII, la disección anatómica del occidente cristiano europeo adquirió una generalización en toda la europa occidental. Por eso, durante los siglos XVI y XVII, abrir el cuerpo del humano, diseccionarlo, partirlo y mirar a su interior fue un ejercicio intelectual importante. Aunque nació originalmente por y para los médicos, empezó a granjearse el interés de otros públicos diferentes, fue importante para los artistas, filósofos y religiosos.
La revolución científica nos presentaba la aparición de la disección anatómica como fruto del genio de un único hombre, Andrés Vesalio. La portada de su libro (Humani Corporis Fabrica) presenta al autor tocando el cadáver y enseñándolo con la otra mano a un gran público en un espacio de arquitectura renacentista que recuerda a los claustros de los palacios de padua en donde el desarrollo de esta actividad.
Sin embargo, esto no fue obra de una única persona ni sucedió en un único lugar. Lo cierto es que el éxito de esta obra y el éxito de la propia promoción de Andrés Vesalio, le permitió promocionar su prestigio como anatomista, para luego, ocupar cargos en la corte de Carlos V.
Es necesario recalcar la dimensión religiosa de la actividad anatómica, donde el espectáculo del cuerpo humano mirado como una plasmación de la perfección de la creación divina, es fundamental para entender las circunstancias sociales y culturales desde el siglo XIII hasta el siglo XVIII.
En el siglo XIII, la disección anatómica del occidente cristiano europeo adquirió una generalización en toda la europa occidental. Por eso, durante los siglos XVI y XVII, abrir el cuerpo del humano, diseccionarlo, partirlo y mirar a su interior fue un ejercicio intelectual importante. Aunque nació originalmente por y para los médicos, empezó a granjearse el interés de otros públicos diferentes, fue importante para los artistas, filósofos y religiosos.
La revolución científica nos presentaba la aparición de la disección anatómica como fruto del genio de un único hombre, Andrés Vesalio. La portada de su libro (Humani Corporis Fabrica) presenta al autor tocando el cadáver y enseñándolo con la otra mano a un gran público en un espacio de arquitectura renacentista que recuerda a los claustros de los palacios de padua en donde el desarrollo de esta actividad.
Sin embargo, esto no fue obra de una única persona ni sucedió en un único lugar. Lo cierto es que el éxito de esta obra y el éxito de la propia promoción de Andrés Vesalio, le permitió promocionar su prestigio como anatomista, para luego, ocupar cargos en la corte de Carlos V.
Es necesario recalcar la dimensión religiosa de la actividad anatómica, donde el espectáculo del cuerpo humano mirado como una plasmación de la perfección de la creación divina, es fundamental para entender las circunstancias sociales y culturales desde el siglo XIII hasta el siglo XVIII.
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